Saber descansar
En efecto, descansar es un saber más, un propósito necesario y que, actualmente, parece requerir un exhaustivo aprendizaje. En definitiva, el descanso no es un arte que dominemos de modo innato, al menos en una sociedad tan dinámica y estresante como la nuestra. Nuestro ritmo académico, laboral y personal no suele adaptarse a las necesidades de nuestro cuerpo, de modo que debemos procurarnos el mayor descanso posible durante las horas nocturnas para recuperar las energías gastadas a lo largo del día.
Para aprender a descansar es preciso, en primer lugar, contar con un buen entorno. Un lugar donde refugiarnos del estrés y encontrar nuestro reposo y relax. El sueño será nuestro objetivo fundamental -no olvides que el insomnio puede causar graves trastornos del ánimo y de la personalidad- y por ello debemos procurar que nuestro dormitorio nos ofrezca un entorno cálido y profundamente empático con nuestra forma de ser.
Cuida tu espacio: el dormitorio
Dormitorios multifuncionales
La estructura actual de los pisos favorece el empleo multidisciplinar de la que, hasta entonces, siempre fue habitación de descanso. Fenómenos como el incremento de los jóvenes entre 25 y 35 años que han alquilado o comprado un estudio o un apartamento es una clara muestra de esa intensificación del empleo multidisciplinar del dormitorio que, en el caso de estudios y apartamentos, es la única habitación de la que dispone el habitante de la casa.
Los dormitorios son también lugares de juego a lo largo de la infancia y lugares de trabajo e incluso de reunión social ya en la adolescencia y en la juventud. De ahí que nos topemos, cerca de la cama, con el ordenador, la bicicleta estática, la videoconsola o la biblioteca personal, objetos que encuentran cabida en nuestro dormitorio y que, en la medida de lo posible, deberían ocupar otro lugar en nuestras casas.
Diferenciar el lugar de trabajo y el lugar de descanso es una medida fundamental para respetar el entorno relajado y protector que debemos perseguir en nuestro dormitorio. No importa que el trabajo sea intelectual (el ordenador), físico (la bicicleta estática) o incluso puramente ocioso (la biblioteca), toda actividad debe restringirse en este espacio, de modo que seamos nosotros quienes la distribuyamos y no al revés. En la medida que ciñamos nuestro uso del dormitorio al sueño, al descanso y a la vida en pareja, iremos asociando el espacio con el reposo, lo que nos beneficiará a la hora de dormir y de relajarnos.
Dormitorios temáticos
Entre las tendencias decorativas de los dormitorios destaca, en los últimos años, la conversión de este cuarto en un área temática -como si de un moderno parque de atracciones se tratara-, empleando para ello recuerdos, souvenirs y objetos de determinados viajes o que, simplemente, hemos comprado en mercadillos o incluso anticuarios por afición personal. El empleo de elementos étnicos (africanos y asiáticos en su mayoría) puede dar lugar a un dormitorio fuertemente personalizado. Esta personalización del espacio suele tener efectos positivos en la vida en pareja, ya que es el resultado de la vida en común y de viajes y experiencias compartidas.
Sin embargo, un exceso en el empleo de objetos temáticos puede originar espacios sobrecargados con una iluminación insuficiente. En este sentido, es fundamental limitar el número de elementos de madera que van a emplearse según las dimensiones del dormitorio y, en caso de que se prefieran maderas oscuras, se deberán respetar las medidas y distancias necesarias para que los muebles no se fundan en nuestra percepción visual, de forma que no configuren un entorno abigarrado y de difícil acceso.
Dormitorios a la última: ¿rurales o minimalistas?:
Y si de modas se trata, también podemos optar entre la decoración rural o la decoración minimalista para nuestro dormitorio. No son dos opciones necesariamente contrarias entre sí. Antes bien, la suma de ambas puede dar lugar a inteligentes combinaciones estéticas que solventen las carencias que cada una de ellas presenta.
La decoración rural -basada en el empleo de maderas y de muebles en los que se combina la marquetería con hierros forjados- otorga calidez y espíritu hogareño a nuestro dormitorio. Además, la consistencia de los materiales empleados favorece una cierta sensación de protección y acogimiento que resulta positiva para nuestro descanso. Sin embargo, el exceso de muebles de madera o un uso inadecuado del hierro en combinación con esa misma madera, puede crear un espacio oscuro y de aspecto excesivamente rudo.
El minimalismo, sin embargo, favorece la luminosidad y permite que cada elemento de los que componen el dormitorio se perciba con claridad. La decoración minimalista -responsable de cuartos diáfanos y bien ventilados- persigue construir cada espacio con el mínimo número de elementos posibles, de modo que se elimine todo cuanto pueda resultar accesorio. La percepción del entorno debe permitir la fragmentación visual del mismo, de modo que se evite la cacofonía, la repetición y cualquier tipo de redundancia.
El inconveniente que presenta el minimalismo es, precisamente, la carencia o el vacío que sí resuelve el estilo rural, ya que lo minimalista puede resulta frío o impersonal, debido a la ausencia de elementos accesorios o meramente ornamentales. Por todo ello, una sabia combinación de ambas tendencias puede permitirnos decorar nuestro dormitorio de modo estético, eficaz y equilibrado.
Cuida tus hábitos: La cultura del descanso
Para aprender a descansar es preciso contar con un buen entorno. No todo son decisiones decorativas a la hora de cuidar tu entorno de descanso. Para conseguir un descanso auténticamente reparador es necesario adoptar otro tipo de medidas (esencialmente, sobre la cama) tales como las siguientes:
La firmeza de la cama.
Es fundamental que la cama presente la firmeza necesaria para que nuestra columna vertebral no se vea afectada. En este sentido, hemos de tener en cuenta tres elementos: el somier, el colchón y la almohada. En los tres casos es conveniente dejarse aconsejar por un experto que nos ayude a elegir aquello que más se adapte a nuestra anatomía. En general, puedes tomar como punto de partida estas observaciones generales:
- El somier ha de ser lo suficientemente firme como para garantizar una buena base, de modo que evitemos posibles problemas futuros de columna vertebral.
- El colchón tiene que adaptarse a la presión del cuerpo, oponiendo la resistencia justa dependiendo de las características de cada persona.
- La base ha de ofrecer resistencia y firmeza a las zonas menos pesadas del cuerpo, a la vez que cede en su justa medida en aquellas zonas de mayor peso.
- La almohada debe evitar que la cabeza quede hacia atrás, de manera que sus dimensiones tendrían que ser elegidas y dispuestas de acuerdo con la medida de nuestro cuello y la anchura de nuestros hombros.
La ropa de la cama
La ropa de cama debe ser, de igual modo, práctica y confortable. La calidez, la comodidad y el confort son tres conceptos que han de estar presentes en nuestra elección del edredón, las sábanas, las colchas…
El colchón
Se recomienda cambiar de colchón, como máximo, cada diez años. En la actualidad, se calcula que la mayoría de los españoles no tiene en cuenta esta norma y cambia de colchón únicamente cuando aquel está completamente deteriorado. El intervalo de tiempo que transcurre entre el principio de envejecimiento del colchón y su deterioro absoluto constituye, sin embargo, un lapso delicado y peligroso para la salud de nuestra espalda.
Cuida el tiempo de descanso
No sólo el espacio forma parte esencial del entorno de descanso. Además del dónde, debes prestar atención especial al cuándo, es decir, al tiempo que dedicas diariamente a descansar. La irregularidad o la escasez de horas de sueño son algunos de los factores que más alteran nuestro ritmo vital.
¿Cómo puedes cuidar ese entorno temporal para mejorar tu descanso? Es tan sencillo como seguir nuestros consejos:
- Procura dormir siempre un mínimo de ocho horas. Dependiendo de la persona, el número total puede oscilar y presentar diversos matices, pero ocho horas es el plazo medio que todos requerimos para un descanso completo.
- Altera la hora de ir a dormir del modo más imperceptible posible. La rutina es un elemento fundamental a la hora de conciliar el sueño, pues nuestro biorritmo se acostumbra -como si de un despertador se tratase- a mantener ese horario y cualquier variación brusca del mismo puede desestabilizarnos.
- Evita las siestas que excedan los treinta minutos, especialmente si sólo puedes dormir por la tarde unos días concretos a la semana. Las siestas de fin de semana ocasionan frecuentemente importantes trastornos del sueño, ya que suponen un cambio radical en nuestro ritmo semanal.
- Es conveniente mantener una rutina de pequeñas actividades (leer, lavarnos los dientes, etc.) antes de ir a la cama, de este modo podemos comunicar indirectamente a nuestro cuerpo que es momento de acostarnos y descansar.
- De nuevo, la rutina -como procedimiento de asociación de ideas- se convierte en una gran aliada el sueño.
El entorno de descanso ideal
Si tuviéramos que describir el lugar perfecto para poder descansar en él, deberíamos emplear adjetivos como estos:
- Bien ventilado
- Silencioso
- Ordenado
- Armónico.
- No recargado.
- Espacioso
- Funcional
- Cómodo.
- Acogedor
- Cálido.
- Diáfano.
- Armónico.
Para cuidar y mejorar tu lugar de descanso, vuelve a leer con atención la lista de adjetivos que acabamos de presentarte. A continuación, busca todo aquello que te ayude a construir un espacio que se ajuste – desde tu punto de vista – a la definición de cada uno de esos adjetivos. Piensa en los objetos, formas o colores que necesitas en tu dormitorio para que te hagan sentir calidez, protección, armonía… y trata de construir a partir de ellos un lugar que se ajuste a tus necesidades. Un marco que constituya un espacio ideal para el sueño, el descanso y, en definitiva, para tu intimidad.