Efectos de la privación total de sueño en humanos

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Cuando se habla de los efectos que la falta de sueño tiene para las personas, o de cómo las alteraciones del sueño afectan a la vida diaria, en realidad, pocas veces nos referimos a una falta total de sueño.

¿Podría saberse qué ocurriría si una persona no duerme absolutamente nada? Existen muchas dificultades (y con mucha lógica) para poder investigar los efectos de la privación de sueño en humanos en situación de laboratorio. De manera natural, prácticamente no hay casos descritos en la literatura científica.

Estudiar los efectos de la falta total de sueño: una tarea, casi imposible

El motivo es porque muy raramente se dan faltas totales de sueño y, cuando estas se dan, en muy pocos casos se dan de forma prolongada. El hecho de permanecer varios días completos sin dormir absolutamente nada es tremendamente infrecuente. De forma habitual, cuando una persona presenta trastornos del sueño, estos impiden el inicio del sueño, el mantenimiento del mismo durante un tiempo normal, provocan despertares frecuentes, etc.
Sin embargo, incluso en aquellos casos más graves de insomnio donde la persona pasa toda la noche despierta, se dan ciclos en los que puede pasar una noche completa despierta, seguida por noches con tiempo de sueño, aunque no sea toda una noche.

¿Hay casos registrados de privación total de sueño en humanos?

En situaciones de laboratorio se ha estudiado el efecto de la falta de sueño principalmente con privaciones parciales, es decir, permitiendo que la persona duerma algo, aunque el porcentaje de sueño respecto al normal sea muy bajo. En el caso de privaciones totales, la experimentación se ha realizado principalmente en animales, donde se ha visto la notable repercusión física que tienen estos experimentos.
Por ello, en el caso de investigaciones en humanos, este tipo de estudios tendrían notables dificultades para ser aprobados por un comité de ética en investigación. En humanos, al no conocer la repercusión real que tiene la privación total de sueño, es difícil garantizar la seguridad de los participantes por lo que no se aprueban.

Los microsueños como mecanismo de defensa del organismo

Por otra parte, en aquellas personas que pasan varios días sin dormir nada, comienzan a aparecer microsueños; es decir, caídas bruscas en un estado de sueño, que, si bien pueden durar muy poco ya suponen una ligera corrección de los efectos de la falta de sueño. Por ello, en este tipo de estudios es muy importante la forma en la que se controla que no se den estos descansos.
Este hecho es importante ya que, de no hacerlo correctamente, la persona estará descansando ligeramente enmascarando los efectos reales de esta situación tan agresiva para el organismo.
Así pues, hay poca investigación respecto al efecto de varios días sin dormir en humanos. En muchos casos se presentan algunos datos, donde no queda claro cómo se ha conseguido que las personas estuvieran despiertas, cómo se controlan los microsueños o los efectos registrados adecuadamente.

Caso real de privación total del sueño

El caso real, con un registró y control adecuado, en el que se logró un mayor número de días sin dormir fue el de un adolescente estadounidense que, para un proyecto de ciencias, estuvo 11 días consecutivos sin dormir. Entre los efectos observados en este caso, se encuentra la desorientación, fatiga, desconcentración, jaquecas, cansancio, tristeza.
Aunque en situaciones normales o incluso patológicas no es habitual paradas totales y duraderas del sueño, este tipo de estudios nos ayudan a entender el sueño como uno de los procesos de bienestar y salud más importante para el correcto funcionamiento de las personas.

Alejandro Guillén Riquelme, es Doctor en Psicología por la Universidad de Granada. En la actualidad es investigador en el Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC) de la Universidad de Granada. En este centro es responsable del Laboratorio del Sueño y Promoción de la Salud. Durante su formación ha realizado el Máster de Diseños de Investigación y Aplicaciones en Psicología y Salud, así como varios cursos sobre metodología, estadística e investigación.
A lo largo de su carrera destaca el estudio de la evaluación de la ansiedad, siendo coautor de la adaptación española del STAI, el séptimo cuestionario más empleado en España. Ha participado en cinco proyectos de investigación y ha publicado 30 artículos (27 de los cuales en revistas indexadas en el Journal Citation Reports).

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